Guía para conocer, prevenir y advertir señales de Acoso y Violencia
Escolar
Pautas de actuación para padres y madresen casos de acoso escolar
Presentación
El maltrato entre alumnos/as (bullying),
acoso escolar, no es un fenómeno nuevo pero ha sido poco valorado por los
adultos a pesar de las graves repercusiones que puede tener sobre los y las
estudiantes y sobre el clima de trabajo del colegio.
Las escuelas que procuran la mejora de las
relaciones entre los y las estudiantes aumentan sustancialmente el bienestar de
las personas que en ella conviven.
Esta guía pretende divulgar qué es el acoso
escolar, de qué conductas estamos hablando, los indicadores de riesgo que
tienen que conocer las familias, y cómo puedes colaborar con la escuela para
afrontarlo.
“Un/a alumno/a está siendo acosado cuando
está expuesto, repetidamente y a lo largo del tiempo, a acciones negativas por
parte de uno/a o más estudiantes”.
Cuando hablamos de acoso escolar,
hostigamiento entre pares o bullying, nos referimos a acciones deliberadamente
hostiles, incidentes que se repiten a lo largo de un periodo de tiempo y causan
daño en quien lo está padeciendo. El o la estudiantes que se encuentra en el
rol de víctima, generalmente está en una situación de indefensión; no puede
resolverlo solo/a, pero muchas veces tampoco lo cuenta por vergüenza o miedo.
De qué trata esta Guía?
Trata de orientarte sobre lo que es, las
causas y consecuencias del acoso escolar. Cómo descubrir si tu hija o tu hijo
está siendo víctima, si es agresor o agresora o si es espectador de acoso
escolar.
También se acerca a la violencia en las
aulas propiciada, socapada, silenciada por docentes y en muchos casos, por los
propios padres de familia.
Y me encontré reflejada en tu historia…
“Crecí escuchando que soy una inútil, que no sirvo
para nada, que soy una floja, que nunca llegaré lejos. Ahora que recuerdo… si
era una floja y una inútil, mi madre tenía razón, era incapaz de resolver las
tareas sola, siempre tenía que ir donde alguien a que me ayude. En el colegio
me decían “lenteja”, siempre se referían a mi como la chica lenta, la to ta;
incluso la profesora, siempre me preguntaba si había entendido, si le decía que
sí ella inmediatamente decía “si entendiste tú, el resto seguro que comprendió
el tema”. Me casé terminando el colegio, jamás pensé estudiar una carrera, con
lo que me costó terminar el colegio, por suerte solo repetí una vez el curso. Ahora
que tengo casi 45 años no entiendo porque a veces se me salen las mismas
palabras que decía mi madre, les digo lo mismo a mis hijas. Nunca conocí nada
mejor, nunca recibí una caricia, un abrazo; nunca pasó por mi rostro una mano
que limpie mis lágrimas, nuca nadie me dijo que podía llegar lejos, que si me
proponía podía ser una excelente profesional”. (Mery)
“Tenía 16
años cuando fui a una fiesta de la promo, yo estaba en tercero de secundaria.
Mi padre me había ordenado que volviera a las doce de la noche. Pero como todos
y todas sabemos, te entusiasmas, se te pasa la hora y te olvidas de todo.
Llegué a mi casa a la una de la madrugada. Me fui volando, al llegar a la casa,
sentí que mi padre se levantó de la cama, mi madre también; pero por lo general
su presencia no implicaba nada, excepto una mirada de terror. Mi padre me dijo:
¿Crees tú, que por quedarte hasta más tarde en una fiesta, vas encontrar
alguien que se interese por ti? ¡Con la apariencia que tienes, ni siquiera un
borracho será capaz de enamorarse de ti!’. Esa noche apenas dormí, al otro día
no podía levantarme, estaba totalmente desanimada, no tenía ganas de ir al
colegio. Mi padre me obligó a levantarme aprovechando la ocasión para
recordarme mis obligaciones y por supuesto con un castigo al hombro. Mi madre
escuchaba con miedo, estaba muy sometida a mi padre y su voz no era considerada
para nada; al contrario si se atrevía a opinar, mi padre inmediatamente la
callaba. Salí de casa pero no volví más al colegio, porque le conté a una amiga
lo que me dijo mi padre y ella comenzó a burlarse de mí todos los días, se reía
junto a otras compañeras por lo que me había dicho mi padre. Cuando mi padre se
enteró de que no iba al colegio dos meses mas tarde, no insistió y me puso a
trabajar en el almacén de mi tía. Tiempo más tarde conocí a un señor mucho
mayor que yo, era amable conmigo, y yo me apegué a él. Me dijo que me quería.
Fui donde mi padre y le dije;’Papá, me voy de la casa…he encontrado un hombre
que se ha enamorado de mí, tiene 58 años y es alcohólico, tú dijiste que ni un
borracho se enamoraría de mí…estabas equivocado’…” (Mariana)
“Cuando me caía siempre era mi culpa, lo único que
escuchaba era un grito de mi padre que decía “eres una estúpida, nunca vas a
aprender a caminar”. Mi madre era menos torpe, no me insultaba, pero me ayudaba
a levantarme con mucha fuerza, generalmente apretaba mi brazo y me zarandeaba. En
el colegio me moría de ganas por jugar voly, pero la profesora de educación
física decía que no era ágil y que era imposible que entre al equipo. Pensé que
podía correr y entrar al equipo de gimnasia, pero me fue peor. Mis compañeros
de curso me decían que solo servía para cocinar como buena mujercita, que para
correr y jugar, estaban los hombres. Cuando cumplí catorce años y advirtieron
que cojeaba, me llevaron al doctor y descubrimos que no me caía por estúpida;
tenía un problema en la cadera, que lastimosamente ya no se pudo curar”. (Laura)
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