"La realidad social y cultural se refleja en las instituciones
educativas y cada vez es mas manifiesta la complejidad del contexto escolar
actual, por lo que se hace evidente y necesario optar por una educación
abierta, "en y para la diversidad", poniendo de manifiesto un
pensamiento con relieve multidimensional, que contemple las diferencias
aceptando y valorizando la heterogeneidad de los niños/as y de los docentes.
Institucionalmente la diversidad está orientada a la valoración y
aceptación de todo el alumnado y al reconocimiento de que todos y todas pueden
aprender desde sus diferencias y la diversidad social.
Reconociendo que las prácticas áulicas son complejas, colmadas de
obstáculos que se acentúan en las relaciones ínter e intra institucionales; se
plantea la necesidad de superar el paradigma de la simplicidad en la Educación
Inicial (donde hay un problema y se atiende desde el sentido común, apuntando
al practicismo mas que a otra cosa), asumiendo el paradigma de la complejidad
en el hacer educativo cotidiano.
Debemos destacar que no hay - o al menos no debería haber- una
institución educativa homogénea y uniforme y que la diversidad implica
complejidad. Pero esto no significa de modo alguno, la fragmentación del saber.
Por eso comprender la diversidad implica buscar diferentes alternativas para
abordarla, que se traduzcan en un esbozo teórico pero que avance en actuaciones
concretas.
La diversidad está dada por múltiples factores, pero no solamente por los
niños y niñas con capacidades educativas especiales, sino también se contemplan
las diferencias étnicas y multiculturales de un país. En el común de los casos
la diversidad tiene sus bases en las diferencias culturales cada vez más
acentuadas dentro de una misma sociedad o comunidad.
Un aspecto importante a considerar es el "reduccionismo" con el
cual se suele tratar este tema, la diversidad no atiende a un solo aspecto del
ser, no considera únicamente los problemas de aprendizaje que se reflejan en el
aula y que en realidad son el manifiesto o síntoma de un problema aun mayor,
que podrá focalizarse en una imagen personal desvalorizada, en carencias
ambientales o en problemas en el terreno de la sociabilidad.
Atender solo un aspecto de la diversidad, no significa abordarla en su
conjunto con deseos de superar la situación detectada, en la mayoría de los
casos los problemas que los niños y niñas presentan no son irreversibles, y
cuanto más temprana sea la intervención y más alta su calidad, los cambios
serán más efectivos y permanentes.
Es necesario tomar en cuenta la diferencia individual, ofreciendo
igualdad de oportunidades sobre la base de la atención individual que permite
la educación personalizada que no es atender al niño o niña cuando tiene
problemas sino darle a cada uno y a cada una lo que necesita.
Debe entenderse que la atención a la diversidad implica creer que cada
ser es único y singular y que no se pretende que el niño/a se adapte" al
modelo escolar y sus normas y reglas preestablecidas, sino mas bien, que la
escuela busque alternativas que se basarán en la convivencia, la vivencia y un
modelo educativo que tendrá como objetivo el respeto a la individualidad y el
ritmo de cada uno.
Marco contextual.-
En Bolivia y tal vez más que en muchos otros países de la región, es
manifiesta la carencia de datos sobre el tema de discapacidad. Estimaciones más
intuitivas que científicas, indican que aproximadamente 10 por ciento de la
población boliviana presenta algún tipo de discapacidad [1] y que en
términos absolutos esta cifra estaría por el orden de las 800.000 personas.
Curiosamente, el porcentaje estimado por la Confederación Nacional de Personas
con Discapacidad (CNPD), coincide con el cálculo efectuado por la Organización
Mundial de la Salud (OMS) para la población mundial discapacitada.
La práctica estadística sobre la población discapacitada en Bolivia es
muy escasa y reciente; se desarrolla mediante el registro médico en forma
aislada y dispersa en cada una de las instituciones especializadas y encargadas
de albergar y/o prestar servicios a la población discapacitada. Normalmente,
estos registros no están estructurados o no tienen la finalidad de suministrar
información estadística; están destinados al seguimiento médico de los
pacientes y presentar informes periódicos de desempeño institucional.
Un rasgo común que caracteriza la captura de información sobre este tema,
es el problema sociocultural de la población y los prejuicios sociales para
reconocer la discapacidad como tal. En muchos casos el jefe(a) de hogar o
persona que suministra datos suele esconder la existencia de una persona con
alguna discapacidad, aún reconociendo este hecho, lo que ocasiona un omisión en
la cuantificación del total de los casos reales.
Una percepción global sobre la generación, recolección y difusión de
datos sobre la población discapacitada en Bolivia, sea mediante censos,
encuestas o registros administrativos, induce a pensar que aún no existe un
sistema estructurado, articulado y complementado que tenga el objetivo
fundamental de centralizar, analizar y difundir información sobre este
importante tema, que puede consistir en un “Sistema Nacional de Información de
Personas con Discapacidad” (SNIPD).
Datos estadísticos.-
La encuesta Mejoramiento de las Condiciones de Vida MECOVI realizada en
2003 amplía los datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística sobre
el porcentaje de población con discapacidad.
Del total de personas con discapacidad, los que destacan por su
importancia porcentual son las personas ciegas con 16 por ciento (128.000); las
personas con problemas para caminar con 15 por ciento (120.000), seguido de las
personas mudas con 12 por ciento (96.000); las personas que no tienen un ojo
con 11 por ciento del total. Cerca del 10 por ciento (80.000) fueron
identificados con sordera, el 7 por ciento (56.000) como personas con problemas
neurológicos y en igual proporción las personas sin mano. Finalmente, en
porcentajes menores se identificaron a las personas mutiladas (6%) y a los
sordomudos (3%).[2]
La discapacidad clasificada por grandes grupos de edad de la población,
en mayor proporción corresponde al grupo de 15 a 64 años de edad con el 65 por
ciento, destacándose principalmente las discapacidades de tipo físico, seguido
de la auditiva y/o habla y la mental. En las edades menores de 0 a 14 años
(16%) predominan las discapacidades mentales, las auditivas y/o de habla, las físicas
y las de tipo visual. En las edades de avanzadas las que se destacan son: las
visuales, las físicas, las auditivas y/o de habla y finalmente las mentales.
Para conocer la asistencia escolar de la población de 5 años o más, la
encuesta MECOVI formuló la pregunta: “Actualmente, ¿asiste al curso o grado de
educación escolar o superior al que se matriculó este año?”. Los resultados
permiten clasificar a la población discapacitada en edad escolar de 6 a 19 años
de edad según que asistan o no a un centro educativo o especial. El 59 por
ciento del total, declaró estar asistiendo a un “centro educativo” y resto 41
por ciento dejó de hacerlo. Los que declararon no estar asistiendo a un centro
educativo son los que tenían problemas principalmente de tipo mental, físico y
auditivo y/o de habla.
La Encuesta MECOVI 2003, también permite conocer el nivel de instrucción
alcanzado por la población discapacitada de 6 a 19 años de edad. La mayor parte
de esta población alcanzó el nivel primario de instrucción (43%), seguido de
los que cursaron el nivel secundario (12%). La Encuesta también captó, aunque
en un porcentaje reducido (1.4%), una población que habría alcanzado el nivel
normal de educación superior, que constituyen los docentes normalistas.
Sin embargo, un porcentaje significativo del 41 por ciento, no alcanzó
ningún nivel de instrucción del sistema escolar; entre esta población se
encuentra mayormente los que tienen problemas auditivos y/o de habla, también
los que tienen dificultades de tipo físico y mental.
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